Visible a la derecha de la carretera una vez pasado la entrada principal de Castrillo de los Polvazares se distingue fácilmente por su aspector de montículo desmochado y de aplanado. A juzgar por los trabajos arqueológicos realizados en 2006 y 2008, el castro de La Mesa o de La Magdalena, en Castrillo de los Polvazares, debió de estar habitado al menos desde la Edad del Bronce, en el primer milenio antes de la Era. Durante la época prerromana obtuvo su conformación más nítida, con un poblado fortificado de base agrícola de más de un centenar de habitantes. La romanización de este emplazamiento, como la de otros castros de la zona, pudo tener relación con las explotaciones auríferas, ya que se han hallado escorias e indicios de confección de ferramenta o herramientas de hierro que quizás sirvieran para el trabajo minero, lo que pudo convertir a este privilegiado lugar en punta de lanza y taller especializado entre la capital administrativa, Asturica y el grueso de las explotaciones, poco más al occidente, en el entorno de las Vías Romanas XVII y XIX, el eje de comunicación del Noroeste peninsular con Roma hacia Bracara Augusta (Braga) o Lucus Augusti (Lugo).